Morelia, Mich., 2 de enero 2025.- En el contexto del debate sobre el derecho al aborto en México, una reflexión desde la perspectiva del Vaticano adquiere relevancia, especialmente tras las recientes palabras del papa Francisco. Durante la primera misa del año celebrada en la basílica de San Pedro, el pontífice instó a la protección de la vida “desde su concepción hasta la muerte natural”, calificándola como la base para construir una civilización de paz.
El papa, en el marco de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios y de la Jornada Mundial de la Paz, hizo un llamado para dignificar la vida humana en todas sus etapas: “Protejamos la vida en el vientre materno, la vida de los niños, de los que sufren, de los pobres, de los ancianos y de quienes están solos”. Estas declaraciones, pronunciadas frente a cientos de fieles y miembros de la Curia, reafirman la postura de la Iglesia católica en un tema que genera divisiones globales y, particularmente, en el escenario mexicano.
En México, la despenalización del aborto ha avanzado significativamente en años recientes. Desde 2007, cuando la Ciudad de México aprobó la interrupción legal del embarazo hasta las 12 semanas de gestación, múltiples estados han seguido esta tendencia. En 2023, el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucional la penalización del aborto, consolidando el acceso a este derecho como un componente esencial de la autonomía de las mujeres y personas gestantes.
Sin embargo, el país también enfrenta una profunda división social y cultural respecto al tema, con posturas que van desde el apoyo absoluto al derecho a decidir hasta una oposición basada en principios religiosos y morales. La intervención del papa Francisco se alinea con la visión tradicional de la Iglesia, que considera la vida como sagrada desde el momento de la concepción.
En su homilía, el papa también apeló a confiar el futuro del mundo a María y a promover la esperanza y la paz entre los pueblos, un mensaje que resuena en un país como México, donde la violencia y las desigualdades estructurales siguen siendo retos predominantes.
Este contraste entre las demandas de un Estado laico y plural como México y las perspectivas del Vaticano pone en evidencia la necesidad de seguir fortaleciendo los marcos de diálogo y respeto, garantizando tanto el ejercicio de los derechos humanos como la convivencia de diversas creencias y posturas.
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